sábado, junio 04, 2005

Matrimonio católico. Sí, gracias.

Vía Escolar nos llega una reflexión de Psicobyte. A veces, la mejor manera de entender un argumento es reproducirlo de forma exacta pero cambiando los protagonistas por sus supuestos antagónicos:

Estoy completamente a favor de permitir el matrimonio entre católicos. Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo.
El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, informáticos u homosexuales.

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15 comentarios:

Hispanicus dijo...

Desde luego se nota que no has leido mucho, te aconsejo que instruyas un poco. No se si sabes que es el derecho natural y si te parece que tu eres más sabio que la misma naturaleza o todas las culturas y civilizaciones que han existido a lo largo de la historia, en las cuales, en ninguna de ellas se ha admitido el "matrimonio= viene de madre, ¿comprendes?" de homosexuales, por ser algo antinatural.

Saludos

Juan Carlos García Gómez dijo...

Pues fíjate, yo pensaba, en mi poca instrucción, que matrimonio precisamente tiene su etimología en mater, igual que patrimonio lo tiene en pater.
Otra cosa es cuánto estamos dispuestos a aceptar que varíe y se flexibilice la lengua.
Si quieres ser radical (no, ser radical no es ser malo, ni violento, sino amante de las raices), tendríamos que buscar otras palabras más exactas para definir:
- Colgar el teléfono (yo aprieto un botón, pero no lo cuelgo en ningún lado)
- Embarcar en un avión (sería "avionar" ¿no?)
- Tirar de la cadena (en mi cuarto de baño no hay ninguna, cómo lo hago entonces).

Es decir, el genio de la lengua (española) es el responsable de que la evolución de ésta permita a las palabras adquirir significados nuevos, e incluso paradójicos, si los comparamos su etimología y su significado inicial.
Pero bueno, el ilustrado es vd. no yo, claro.
Por supuesto, tiene esta tribuna para expresarse libremente, e ilustrarme, claro, que para eso es vd. el que lee mucho.

Hispanicus dijo...

No pretendia ofenderte, si asi ha sido, mis disculpas. Pero no seas demagogo, no te quedes en las formas por que lo importante es el contenido.
Las instituciones jurídicas no poseen otro fin que reforzar las sociedades humanas. Naturalmente, pueden ser reformadas y sometidas a actualización; pero cuando se destruye su naturaleza el Derecho se resiente y, con él, la sociedad humana. Lo dicho sobre el matrimonio sirve también para la adopción. La filiación de un niño se funda sobre vínculos naturales que presuponen a un hombre y a una mujer; la adopción es una institución jurídica que trata de restablecer dichos vínculos. El niño no es un bien mostrenco que pueda procurarse según su capricho una pareja, sea esta homosexual o heterosexual, sino un ser humano nacido de la unión de dos sexos, pero ahora la naturaleza de las instituciones jurídicas la dictamina un puñado de votos.

Un saludo

Anónimo dijo...

Ulpiano dejó escrito de manera memorable que el derecho natural es aquel que la naturaleza enseñó a los animales, a saber, el derecho a la supervivencia, del que la fe en la inmortalidad no es más que su prolongación lógica en los seres dotados de entendimiento. Ahora bien, lo que en los brutos es mero conato o instinto de conservación, en los hombres es la búsqueda de la felicidad mediante la vida virtuosa.

Determinar qué es virtuoso, independientemente de lo que la ley diga, es el objeto del derecho natural. La ley se contradice, la razón jamás, de donde deducimos la superioridad rectora de esta última. A estos efectos apunta Suárez (De legibus):

"... toda vez que este camino de salvación radica en las acciones libres y en la rectitud de las costumbres, rectitud moral que depende en gran medida de la ley como regla de la conducta humana, de ahí que el estudio de las leyes afecte a gran parte de la teología y que, al ocuparse ésta de las leyes, no haga otra cosa que contemplar a Dios mismo como legislador".

No es necesario, pues, presuponer a Dios para conocer lo justo (los juristas paganos son un buen ejemplo), aunque él sea el único que garantiza la justicia en última instancia y el que da coherencia al sistema de lo verdadero, lo bueno y lo bello.

El viejo argumento que han usado los empiristas y defensores de la "tabula rasa" moral alega precisamente que los ordenamientos de los hombres son inconsistentes en el tiempo y en el espacio, por lo que no hay que presuponer ninguna base inalterable en ellos. A esto se contesta con el siguiente paralelismo: que, obviando las normas de jurisdicción, también se da una colisión ideal entre los jueces de un mismo país en la aplicación de leyes idénticas, dictándose sentencias dispares en casos análogos. Con todo, tal extremo no resta un ápice de validez a la primera, por lo que hay que concluir -y así lo hacen nuestros juristas- que al menos una de las resoluciones en conflicto está mal fundamentada.

La voluntad y el consenso tampoco bastan para integrar el poder constituyente. El simple deseo, que compartimos con las bestias, no es el que nos hará llegar a una sociedad justa. Urge, entonces, una definición objetiva de derecho natural, cuya fórmula abreviada propongo acto seguido:

Tenemos derecho a todo aquello que Dios, la naturaleza y la sociedad nos permitan.

En caso de darse un dilema ético entre la voluntad de Dios -la razón- y la naturaleza, Dios predomina; si se produce entre la naturaleza y la sociedad, que es naturaleza segunda, predomina la naturaleza primera, de la que aquélla es imagen e imitación.

Para el primer caso tenemos el abismo que media entre las pasiones, que deben superarse, y las acciones, a las que hay que seguir a pesar de la naturaleza, en vistas a fines potenciales, esto es, intangibles.

Para el segundo caso está la locura de las sociedades que impugnan su propio fundamento, como las comunidades caníbales o las homosexuales. Negándose el derecho caudal del hombre (recuérdese: la supervivencia), ya sea a través de la subordinación del valor sagrado de la vida al pecado de la gula, como es práctica común entre antropófagos, ya haciendo otro tanto con el de la lujuria, a guisa de los invertidos, se niega al hombre mismo.

Saludos.

Daniel.


http://www.miscelaneateologica.tk

Juan Carlos García Gómez dijo...

Daniel, aunque agradezco tu esfuerzo de síntesis, te agradecería que lo fueras aún más. Vamos, lo ideal sería que los comentarios, si no telegráficos, sí tendieran a ser más breves que las propias entradas.
Por cierto, agradezco el esfuerzo, pero desgraciadamente para todos, y especialmente para tí (que pareces vivir por y para ello) Dios no existe, aunque quizá estuviera bien que existiera. Es más fácil afrontar la mierda de la vida pensando en que hay un Dios que nos tiene reservada una fantástica vida eterna tras esta, pero va a ser que no...

Anónimo dijo...

Te lo traduzco al laico, y en breve:

"Igualdad natural: Es la que está presente en todos los hombres únicamente en virtud de la constitución de su naturaleza. Esta igualdad es el principio y el fundamento de la libertad.

La igualdad natural o moral está, pues, fundada en la constitución de la naturaleza humana común a todos los hombres, que nacen, crecen, sobreviven y mueren de la misma manera".

(Enciclopedia, Diccionario razonado de las ciencias, las artes y los oficios)

Ahora bien, la homosexualidad no es común a todos los hombres, ergo el matrimonio homosexual no es un derecho natural.

Saludos.

Daniel.


http://www.miscelaneateologica.tk

Juan Carlos García Gómez dijo...

Daniel, si fuera tan natural como dices, no estaríamos tantas horas debatiendo sobre ello.
Es derecho natural, o ley natural a la que aludes, no es más que un convenio que el hombre, perdón, ciertos hombres, ha declarado, de forma artificial y, por tanto, antinatural, para justificar otra serie de cosas aferrándose a esa premisa como cierta. Sin embargo, el mero hecho de ponerle la etiqueta "natural" no lo convierte en una verdad innegable e inmutable por las buenas.

Juan Carlos García Gómez dijo...

Ya que estás con el deporte, Daniel. Hace unos años, el baloncesto FIBA no contemplaba la posibilidad del lanzamiento de tres puntos, los partidos se jugaban en dos tiempos de veinte minutos (en lugar de en cuatro de diez como ahora). Sólo se podía jugar con un extranjero (luego con dos y ahora con dos y con varios europeos o asimilados). Los aros eran rígidos y no permitían colgarse de ellos. Tampoco era válida la jugada consistente en recibir el balón por encima del aro y encestar desde ahí (aley hop).
¿Ya no es baloncesto? Pues sí pero ha evolucionado y se llama igual.
Ya no cuelgas el teléfono, sino que das a un botón.
"Embarcas" para subir a un avión (que viene de barco ¿no?)
Tampoco tiras de la cadena, sino que aprietas un botón.
¿Se han desvirtuado todas esas acciones?. No, han evolucionado de forma "natural" como tú dices y ahora se usa el mismo significante con distinto significado.
Por cierto, si tanto te preocupa el derecho natural y defender a la indefendible iglesia. ¿En qué parte de la ley natural está escrito que la mujer es inferior al hombre?. Pues eso es lo que defiende, de facto la Iglesia Católica al no permitir a las mujeres participar, de una forma mínimamente equiparable al hombre, en todo el chiringuito que tienen montado.
¿Es eso a causa de alguna ley natural?
¿No deberías gastar tus esfuerzos en luchar contra esa injusticia? Tú que tanto interés tienes en la iglesia ¿no?. Porque a mí lo que hagan entre ellos me importa poco, pero tú si reconoces ser cristiano de pura cepa ¿no?.
Explícamelo, porfa.

Juan Carlos García Gómez dijo...

Por cierto, quizá esa sí sería una opción para manifestarse por las calles, y seguro que os apoyaríamos los laicos, aconfesionales, apostatas y quien fuera necesario.
Manifestarse contra la discriminación de la mujer en la iglesia.
En principio a mí me la suda lo que hagan entre ellos, como decía antes, pero puesto que la Iglesia se mete en cómo se hacen o no los matrimonios CIVILES (porque hablamos de matrimonio civil, donde la Iglesia ni tenía ni tiene competencia alguna) me veo legitimado para que nos metamos los demás en ello, con el mismo derecho "natural".

Anónimo dijo...

Los escritos de Irichc están repletos de contumaces falacias que, aún siendo desveladas y refutadas una y otra vez por mí y por otros, sigue reproduciendo con el afán de ganar por aburrimiento. El fondo de su argumentación se resume en estos puntos:

1- El matrimonio se define estrictamente como la unión de un hombre y una mujer para procrear.

Falso. Etimológicamente la palabra matrimonio significa "vínculo entre madres para la salvaguarda de sus posesiones (los hijos). El matrimonio fue, en consecuencia, primigeneamente una institución homosexual. Posteriormente el auge de las sociedades patriarcales modificó tal acepción para hacer de la mujer un patrimonio (posesión del padre) pero conservando su denominación primitiva. Ya en el presente, la definición utilizada por Irichc es religiosa y no la que está presente en nuestro código civil donde no aparece como obligación de los conyuges la procreación.

2- En todo caso, históricamente el matrimonio siempre ha sido la unión de un hombre y una mujer.

La historia no constituye un argumento definitivo. Si así lo fuera las prácticas viejas como la humanidad de la esclavitud o la discriminación de la mujer (v.g. en su derecho a voto) jamás hubieran sido eliminadas. Los Derechos Humanos, como esbozo de ética laica, son el mejor indicador del progreso de la Humanidad y de que, lo que a la luz de la Historia se comprueba como indigno, se debe de rectificar.

3- Los Derechos Humanos hablan de que el matrimonio debe serlo entre un hombre y una mujer.

Falso. El artículo en el que se reconoce el derecho al matrimonio se refiere a los hombres y las mujeres. No explicita que tenga que ser entre sexos diferentes. La forma del matrimonio se deja al arbitrio de los estados firmantes. Por otro lado, el artículo 26 del Pacto de los Derechos Civiles de la ONU reconoce que no se puede discriminar a ningún colectivo por razones de sexualidad.


4- La homosexualidad es una enfemedad.

Falso. La APA (Asociación Americana de Psiquiatría) retiró a la homosexualidad del catálogo de desordenes mentales (DSMII) en 1973. La consideración de la homosexualidad como psicopatología y la fundamentación de las terapias reconductivas proviene, salvando los prejuicios religiosos, del psicoanálisis. Sin embargo, como demostró Popper, el psicoanálisis no es una ciencia sino una hermenéutica de los procesos psicológicos.
Actualmente la APA desaconseja toda terapia destinada a la reorientación de las personas homosexuales. La gran mayoría de los grupos de psicólogos y psiquiatras que aún usan estos métodos se organizan alrededor de organizaciones médicas religiosas como la americana NARTH.

5- Es que Dios fundamenta el matrimonio así o asao.

España es un régimen democrático cuyo código máximo, la Constitución, se declara aconfesional. Por tanto ninguna moral religiosa concreta se puede alegar para fundamentar sus leyes. En todo caso la firma de los Derechos Humanos determina que ninguna ley española pueda contravenirlos.

6- El problema es el nombre. ¿Por qué tratar como igual a lo que no lo es? ¿No sería más justo la consideración de parejas de hecho?

Es obvio que el que se unan en vínculo afectivo dos personas de diferente sexo es objetivamente distinto a que lo hagan dos personas idénticamente sexuadas. Sin embargo esta distinción también es obvia en la unión de una persona alta con otra baja, de una rubia con una morena, o la de una negra con otra blanca y no por ello la dejamos de llamar matrimonio. A esto se le llama diferenciar lo fundamental de lo accesorio.
Por otro lado, según el código civil la procreación no constituye una obligación de los contrayentes (si esto fuera así le estaría prohibido el matrimonio a estériles o ancianos) luego una pareja homosexual está en condiciones de cumplir todos los requisitos para constituirse en matrimonio.
Estos requisitos son la fidelidad y el cuidado de los vástagos (propios o adoptados). Además en las parejas homosexuales existe la misma capacidad que en las heterosexuales para sentir amor mutuo. Por lo tanto no existe razón para que lo que es fundamentalmente igual se llame de forma diferente.


7- Un niño tiene derecho a tener un padre y una madre. Es como siempre ha sido.

Falso. No existe derecho alguno a que un niño posea un padre y una madre (Convención sobre los derechos del niño de la ONU) como si que lo hay a tener un nombre, una nacionalidad, a conocer a los padres y a ser cuidado por ellos (Art. 7-1). Por otro lado los homosexuales han adoptado niños de manera individual desde siempre y no se ha demostrado que esto acarrease ningún perjuicio a los infantes.

En conclusión, las parrafadas del sujeto Irichc carecen de todo rigor lógico, legal o moral aunque, eso sí, constituyen un valioso ejemplo de homofobia argumentada.

Anónimo dijo...

"¿Ya no es baloncesto? Pues sí pero ha evolucionado y se llama igual".

Pero sigue discriminando a los jugadores de póquer.

Anónimo dijo...

Mikimoss:

1) Me descubro ante tu magufismo ampuloso y huero. Es difícil decir menos en más palabras.

El irichc contra el que "peleas" es un imbécil creado por tu imaginación. El verdadero irichc se ríe de ti y se conforma con que ser leído y contestado con honestidad.

2) Sobre tu punto 7, que es el único al que, a primera vista, podría concederse cierta mordiente: los derechos sólo se reconocen cuando hay amenaza de que sean conculcados. Hasta entonces permanecen en la costumbre y, en su caso, implícitos en la letra de la ley.

Pues bien, hace una semana el derecho a tener padre y madre era algo que la naturaleza garantizaba de suyo, salva la contingencia de la muerte de los progenitores. Con todo, desde este fatídico día se ha hecho necesario en España (no así en el resto del mundo) reconocer de forma clara un derecho pisoteado, por lo que las futuras convenciones deberían contemplarlo.

Saludos.

Daniel.

Anónimo dijo...

Con respecto a la falacia del fútbol te remito al punto 6 de mi artículo:

"Es obvio que el que se unan en vínculo afectivo dos personas de diferente sexo es objetivamente distinto a que lo hagan dos personas idénticamente sexuadas. Sin embargo esta distinción también es obvia en la unión de una persona alta con otra baja, de una rubia con una morena, o la de una negra con otra blanca y no por ello la dejamos de llamar matrimonio. A esto se le llama diferenciar lo fundamental de lo accesorio."

Esto, aplicado al fútbol o a cualquier otro caso, significa que todo cambio que no afecte en lo fundamental a los fines convenidos de una actividad no debe implicar la modificación de su denominación. Así, la parte normativa del reglamento del balompié es modificada regularmente mientras que su parte definitoria (hacer que un balón impulsado por cualquier parte del cuerpo excepto por los brazos cruce una determinada línea) se mantiene constante.

Greg dijo...

Un troll llamado Irichc ha hecho su aparición en este foro.

Más información en: http://esuntroll.blogspot.com/2005/06/daniel-vicente-carrillo-irichc-viccahr.html

Ya sabéis: Don't feed the troll (No alimentes / No contestes al troll)

Un saludo

Anónimo dijo...

Se me va a permitir, para variar, una pequeña apología libre de censura.

Leo en la red:

"An Internet troll is an individual (or a team of people) who construct an online identity and use it on message boards and discussion groups for specific abuse purposes. Note that when trolls operate in teams they are more difficult to recognize. On the Internet you cannot know who is sending a message unless you actually see who is typing on the keyboard. In particular trolls like to use multiple online identities and do not hesitate to "talk" to themself to support their points".

"An "Internet troll" or "Forum Troll" is a person who posts outrageous message to bait people to answer. Forum Troll delights in sowing discord on the forums. A troll is someone who inspires flaming rhetoric, someone who is purposely provoking and pulling people into flaming discussion. Flaming discussions usually end with name calling and a flame war".

Creo que el autor de este blog-homenaje tendría que revisar su terminología. No me siento identificado con el vocablo "troll" así definido, pues:

1) No insulto nunca, salvo que precedan agresiones verbales que intentan boicotear los hilos en los que participo.

2) Jamás cambio de identidad (Google es testigo), salvo cuando hay problemas con el registro.

3) No oculto mi nombre real. Ni mi cara.

4) No actúo en equipo.

5) No tengo "trucos", más allá de los dialécticos, perfectamente legítimos.

6) Mis escritos son siempre argumentados, lo que los convierte en molestos. No busco ofender, sino convencer, aunque no espero que los recalcitrantes rectifiquen. Y de hecho nunca lo hacen.

7) Tampoco persigo beneficios económicos de ninguna clase. Ni siquiera "fama", ya que acogiéndome a filósofos clásicos descarto ser original y merecedor de la misma.

En cambio, el promotor de esta página:

1) Sí insulta.

2) Sí cambia de identidad.

3) Sí oculta su nombre real.

4) Sí actúa en equipo.

5) Sí emplea trucos, como la cita fuera de contexto y el "ad hominem".

6) No argumenta.

7) Sin embargo, dudo que cobre por esta basura.

Así que nos encontramos con un troll al 86%. Un troll que dice odiar a los trolls. Dime de qué presumes.

En fin, acepto que se me aplique este calificativo vago y recurrente, como a Sócrates se le aplicó el de tábano por los rústicos temerosos de la corrupción de las buenas costumbres (hoy: lo políticamente correcto). Sólo razono, no hago nada distinto a vosotros, pero lo hago mejor.

Recapacita: has tardado horas en redactar esto, yo te despacho en diez minutos.

Saludos.

Daniel.

(Mensaje borrado del foro de Greg, cuyo lema ha pasado a ser "feed the troll, but don't let him speak... unless you are the troll").