domingo, diciembre 10, 2006

Pinochet. Otro hijoputa que muere sin ser condenado

La justicia le pisaba los talones, pero al final el hijoputa de Pinochet consiguió morir en la cama y sin ser condenado en un juicio. Por cierto, una curiosa casualidad que haya muerto precisamente en el día de los Derechos Humanos.


Así se pudra en el infierno (si es que existe tal cosa). Ojalá...

Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá que la tierra no te bese los pasos.

Ojalá se te acabe la mirada constante,
la palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá pase algo que te borre de pronto:
una luz cegadora, un disparo de nieve.
Ojalá por lo menos que me lleve la muerte,
para no verte tanto, para no verte siempre
en todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá que no pueda tocarte ni en canciones.

Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti,
a tu viejo gobierno de difuntos y flores.



Silvio Rodríguez (1969)