- Hola, Mr. Smith?Los occidentales tenemos bastante de hipócritas, pero lo de los los británicos es para darles un premio.
- Sí, al habla. Hola David ¿qué puedo hacer por tí?
- Pues mira, necesito un favorcillo. Necesito que me aceleres un poco lo del visado a una tal Leoncia Casalme. Tiene todo en regla, pero si le puedes pegar un arreón te lo agradeceré.
- Nada, eso está hecho.
- Adiós
- Adiós
A los británicos les importa regular, poco, o nada, que su gobierno les haya metido en una guerra ilegal e injusta, y que para ello haya mentido a manta para conseguir los votos suficientes del parlamento y acallar la opinión pública. Sin embargo, el que David Blunkett, hasta ahora ministro de interior británico, le diera un empujoncillo al visado de una chica, una prevaricación a la que casi da vergüenza llamar así, le ha costado el puesto.
No, no le ha costado el puesto por haber apoyado a Blair en lo de la guerra de Irak, ni porque haya resultado que su ley antiterrorista viola la Convención de Derechos Humanos. No, ha sido por acelerar el visado de permanencia definitiva en el Reino Unido de Leoncia Casalme, la niñera filipina de su ex amante.
La ceguera no libra de ser objeto de la hipocresía
Es más, ni si quiera ha sido por ser ciego. No, en eso no se discrimina. A la hora de ser hipócritas no se comete la hipocresía de hacer con él discriminación, ni positiva ni negativa.
Más que doblepensar, allí lo que tienen es doble-moral.
Pues nada. Allí todos iguales. Hipocresía para todos. Hipocresía masiva.
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