Tal como empieza la comisión sobre el 11-M da la sensación de que hubo un cierto paralelismo en un aspecto clave: el uso puntual del Caballo de Troya desinformativo como factor de decantación de la opinión pública.
Independientemente de cuál resultara ser la verdad finalmente, los grupos interesados en el resultado del 14-M intuían con facilidad que las elecciones se decantarían dependiendo de quién pensara la opinión pública, el mismo día de la votación, que era el responsable de los atentados.
Así, la Cadena SER introdujo su caballo particular en la partida mediática al decir que había indicios de terroristas suicidas. Era una simple noticia falsa entre otras muchas verdaderas (muchas más de las que dio el gobierno), pero su cariz era decisorio de cara a formarse una opinión sobre la autoría de los atentados, pues no se ha visto todavía a ningún etarra dar la vida por esa causa que dicen defender (ojo, digo "dar", no "perder") ¿verdad?.
Por su parte, los interesados en que el PP revalidara gobierno, hicieron lo propio. En este caso el caballo que entró a jugar a la partida de ajedrez informacional fue el detalle de que la dinamita empleada era Titadyne. Simplemente esa palabra lo cambiaba todo: era ETA.
Los artificieros nunca dijeron que fuera ese tipo de explosivo el encontrado pero, en una llamada que nadie sabe quién realizó ni quién contestó, se metió en la partida el Caballo de Troya sobre el que galopó el Sr. Acebes.
Es curioso que los miembros asistentes a la reunión donde se recibió la llamada no supieran quién la efectuó y, esto es lo más fuerte, tampoco quién de los presentes cogió el teléfono. El caso es que todos dieron por bueno lo del Titadyne, y a eso se aferró Acebes como si le fuera la vida en ello. Bueno, en realidad, le iba, se le iba la vida, la política claro, porque la otra, la de la honra, la vergüenza y la dignidad, ésa, la había perdido hacía tiempo.
Hay que ver cómo agudizan el ingenio las cabezas penso-manipuladoras en situaciones de crisis. Una vuelta de tuerca al doblepensar.
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