En Irak se acaba de implantar el carnet por puntos. La idea es penalizar a los malos conductores y premiar a los buenos. Lo que pasa es que quien maneja el cotarro de los carneses es EEUU. Y claro,
lo hacen a su manera.
Dicen que la carretera del aeropuerto de Bagdag es una de las rutas más peligrosas en Irak, por ello se debe ir bien rápido, para evitar, en la medida de lo posible, las emboscadas del enemigo. Ahora el problema es saber quien es el enemigo. Porque está claro que la caravana en la que viajaba la recién liberada periodista italiana
Giuliana Sgrena sufrió una emboscada. Lo que parece que no queda muy claro en este guión es porqué la emboscada la perpetraron los soldados norteamericanos, supuestos pacificadores de todo esto.
A ver, en Irak nos dice Bush que está todo controlado, que es un país libre y democrático que elige a sus representantes por sufragio universal y tal. Sin embargo, parece que algo tan normal como circular en coche por la carretera no es posible hacerlo en Irak sin que los soldados norteamericanos, o los rebeldes iraquíes, te peguen cuatro tiros y te dejen fiambre sobre el asfalto. Qué libertad y democracia más raras éstas...
Me pregunto qué cara se le habrá quedado al pringado de turno de todo esto, en este caso el malogrado agente secreto
Nicola Calipari, al darse cuenta que la emboscada y los disparos que le estaban arrebatando la vida procedían precisamente de sus supuestos aliados.
Porca miseria, dejarse la vida poniendo tu cuerpo delante de las balas aliadas, sólo por cumplir tu trabajo. Aquí no hay altos ideales de por medio, ni medalla, ni posible héroe. "Fatalidad", así lo ha denominado Bush, y las medallas y el reconimiento se les da a los héroes, no a las víctimas de la colateralidad, a los fiambres de la "fatalidad".
Lo peor es que esto nos ha llegado por tratarse de quien era. Imagino que no nos enteraremos de los casos en los que quien no consiguió a tiempo reducir lo suficiente la velocidad fue un iraquí de a pie.
Sí parece claro que esto pasa porque es la práctica habitual: primero disparo y luego pregunto. Los soldados norteamericanos son casi unos chiquillos. Muertos de miedo al ver que cada día caen unos cuantos compañeros de las maneras más variadas. En cualquier momento y desde cualquier sitio te puede venir la muerte. Además, valoran su vida, y la de cualquier norteamericano, infinitamente más que la de cualquier "moro de mierda" de ésos a los que se supone que deben proteger. Por si fuera poco, ni ahora ni antes han tenido claro quién es exactamente el enemigo.
Pues claro, si encima vemos que
el soldado ése que prefiere dejarse cortar el dedo a que le quiten el anillo responde al prototipo, pues es obvio que al final es lógico que tengan el gatillo fácil, y que "a lo que sea que se mueva me lo llevo palante".
Y luego no entienden que no les reciban con los brazos abiertos en cualquier esquina de Bagdag.
Actualización 15:00. En
sus primeras declaraciones Sgrena afirma que no iban precisamente rápidos, con lo que la (insuficiente) excusa de la velocidad tampoco tiene el menor peso.
Berlusconi, amigo y aliado de Bush, llama a consultas a su embajador y pide explicaciones al presidente norteamericano. Igualito, igualito que Aznar cuando se cargaron a Couso.