miércoles, marzo 31, 2004

La Policía del Pensamiento vigila las telepantallas


"Cualquier sonido que hiciera Winston superior a un susurro, era captado por el aparato. Además, mientras permaneciera dentro del radio de visión de la placa de metal, podía ser visto a la vez que oído. Por supuesto, no había manera de saber si le contemplaban a uno en un momento dado. Lo único posible era figurarse la frecuencia y el plan que empleaba la Policía del Pensamiento para controlar un hilo privado. Incluso se concebía que los vigilaran a todos a la vez. Pero, desde luego, podían intervenir su línea de usted cada vez que se les antojara. Tenía usted que vivir —y en esto el hábito se convertía en un instinto— con la seguridad de que cualquier sonido emitido por usted sería registrado y escuchado por alguien y que, excepto en la oscuridad, todos sus movimientos serían observados."

La Universidad de Murcia, como ya están haciendo algunas grandes corporaciones, ha decidido dar una nueva vuelta de tuerca al control de las personas. En una normativa recientemente aprobada, relativa al uso de las Aulas de LIBRE (¿?) Acceso, tendente al mejor uso y disfrute de las mismas, puede leerse, entre otras cosas en la misma linea:

"Se instalarán sistemas de videovigilancia en ALAS y ADLAS que permitan monitorizar de forma remota el ambiente existente en su interior, tanto visual como acústicamente.
Si se detectaran situaciones que alteren notablemente el deseable ambiente de trabajo …/… se procederá a avisar a todos los usuarios del aula mediante un mensaje emergente en las pantallas"

El Gran Hermano lo controla todo.

¿No sientes una extraña sensación en la nuca?.

jueves, marzo 25, 2004

En el país de los mentirosos el manipulador es el rey


Los mandatarios del PP deslegitiman la victoria electoral del PSOE del 14-M. Por boca del mismísimo Aznar acusan al PSOE y a "un poder fáctico fácilmente reconocible" de "violentar el luto y la reflexión de los españoles" en clara alusión al grupo Prisa, en general, y a la Cadena Ser, en particular.

Según el gobierno saliente, el Ministerio de la Verdad, con Zaplana al frente, el Ministro de Interior, Acebes, y el presidente Aznar dijeron la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Esa verdad indiscutible fue divulgada acríticamente por todos los medios de comunicación afines al gobierno y por la mayoría de los demás medios, incluido, en un primer momento, el diario El País, que tuvo que comerse el sapo de titular "Matanza de ETA en Madrid" en su edición especial de tarde del 11-M, cuando ya muchos indicios ponían en duda la tesis de la autoría de ETA y a algunos se nos metía en el cuerpo el Síndrome de Radio París, al tener que enterarnos por medios de comunicación extranjeros de que las pesquisas se decantaban, la propia tarde del 11-M, por el terrorismo islámico islamista.

La Cadena Ser fue el primer medio en empezar a desmarcarse de la tesis oficial. Fue adelantando una tras otra las noticias y pistas que, posteriormente, se fueron confirmando. Sólo una mancha en su trabajo: la falsa noticia del terrorista suicida, que nunca apareció. El resto de noticias se comprobaron ciertas. La verdad es obstinada.

Causa cierto desconcierto comprobar que casi todos los medios de comunicación, en lugar de investigar e indagar los datos que debieran nutrir sus noticias, se limitaran a copiar y pegar la versión oficial, por mucho que la realidad fuera por otros derroteros. Pero lo peor no es eso, sino que, pasado cierto tiempo, y comprobado que estuvieron dando una vez tras otra noticias falsas, persistan en la actitud del gobierno y, en lugar de reconocer que minitieron o, en su defecto, se equivocaron al difundir, una tras otra, múltiples noticias falsas, se revuelvan contra el medio que más cerca estuvo de decir la verdad. Así hizo el diario El Mundo, que, patéticamente, trató de demostrar la supuesta manipulación de la Cadena Ser. Lo único que logró con esto El Mundo fue dejar patente que, salvo el error del terrorista suicida (un gol en contra), su gran traición manipuladora a este país fue decir la verdad, que contradecía la versión oficial, y dejar patente que la SER les había ganado por goleada.

Rumorea que algo queda

El primer rumor que circuló y trascendió esos días fue una increíble historia que hablaba de un intento de golpe de estado, del propio gobierno, para tratar de decretar el estado de excepción y paralizar las elecciones del que, torpemente, se hizo eco Pedro Almodóvar. Estas declaraciones del director de cine las aprovechó El Mundo para convertirlas en noticia de portada y, de paso, meter una mentirijilla y decir que el rumor salió de la Cadena SER (si el rumor tiene autor no sería rumor, sino noticia falsa).

No contentos con ello, ahora les ha dado a algunos medios por difundir un texto anónimo, es decir, otro rumor, al que se ha dado en llamar 'El Manifiesto de Gran Vía', rumor que propagó Periodista Digital, dándole visos de noticia confidencial. Según el texto, dos periodistas de la Cadena Ser denuncian la manipulación que hizo la emisora de Prisa esos días. Pese a lo burdo del texto, en el que se habla de quiénes eran supuestamente sus fuentes y sus poco nobles intereses, en ningún momento consiguen demostrar que la SER propagara noticias falsas.

Resulta curioso que los periodistas de la SER, por hacer casi (por lo del suicida) bien su trabajo de intentar informar sean manipuladores y, el resto de medios, que mintieron sistemáticamente, sean los adalides del periodismo.

La furia con la que los dirigentes del PP se lanzaron a la yugular de Almodóvar por decir públicamente la tontería del rumor golpista, con la de cosas más importantes que había estos días, me desconcierta y me hace preguntarme si, al menos durante un rato, no se les pasaría de verdad por la cabeza la posibilidad de hacer algo para que las elecciones no fueran el 14-M. El mensaje que difundió Zaplana la noche de la jornada de reflexión pidiendo la disolución de las manifestaciones espontáneas en C/ Génova, por su contenido y por su tono, me hizo pensar lo mismo que a Carlos Carnicero, quien, desde (cómo no) la Cadena SER, instó a los manifestantes a disolverse rápidamente y no dar excusas para que el gobierno tomara ciertas medidas, como un posible decretamiento del Estado de Excepción. A mí, la verdad, tras oir a Zaplana, me resultó casi creíble esa posibilidad.


miércoles, marzo 17, 2004

El síndrome de Radio París

14-M: El Gran Hermano no pudo con las telecomunicaciones

Hace 15 años, ante un horror como el del 11-M, el PP habría ganado las elecciones. El motivo: no existían los teléfonos móviles, el SMS y, sobre todo, Internet.

Se me hizo duro convencerme de la ausencia de buena fe del gobierno en su política informativa con los atentados del 11-M. Desgraciadamente, las evidencias cada vez apuntan más a un intento de ocultar y manipular la información por parte del gobierno que a lo contrario.

No me atrevo a pronunciarme sobre si la primera vez que Acebes compareció ante los medios, diciendo sin rubor alguno que la autoría de los atentados era de ETA, mintiera intencionadamente, pero sí me aventuro a decir que, a partir de ese momento lo hizo o, cuando menos, intentó ocultar información.

La teoría en Génova parece clara: a primera hora del jueves ya había muchos indicios que apuntaban más a terrorismo islámico islamista que a ETA; hicieron sus cálculos y, sólo con retener la información 60 horas, la mayoría absoluta estaba garantizada. Por tanto, la versión oficial era ETA y se ocultaba la información. Si alguien lanzaba algún rumor en sentido contrario, se le acusa de antipatriota y listos.

Sin embargo, en Génova no contaron con que la sociedad está adormecida pero no muerta. El tremendo impacto del jueves conmocionó a toda España y el resto del mundo.

Periodísticamente hablando, el '¿quién?' sigue siendo, tras el '¿qué?', la segunda 'w' más importante, y no por casualidad, sino porque lo es para la gente.

El gobierno presionó a los medios para que dieran una lección de patriotismo a lo EEUU el 11-S, pero los ciudadanos querían saber el '¿quién?'.

Mientras los grandes medios de comunicación españoles acataban la versión oficial, el resto del mundo no se estaba quieto. Los periódicos digitales extranjeros sí se preguntaron por el 'quién' y, desde primeras horas de la tarde del jueves, ya apuntaban a la posibilidad del terrorismo islámico islamista, mientras los periódicos digitales españoles, igual que Acebes, seguían empecinados en ETA.

La sensación que tuve en aquellos momentos debió ser similar a la que, hace ya 30 años, tendrían algunos de nuestros mayores sintonizando Radio París para enterarse de lo que ocurría en la oprimida España franquista. Le Monde, The Times, The Washington Post… mencionaban a Al Qaeda. Sólo unas horas más tarde, haciendo de ariete informativo nacional, la cadena SER apuntaba esa posibilidad; el resto de medios actualiza entonces sus páginas y el ministro, abrumado por la evidencia, se ve obligado a empezar a abrir nuevas posibilidades y nuevas informaciones, pero siempre después de que esas supuestas nuevas informaciones fueran conocidas por los medios de comunicación, y siempre restando valor a esa posibilidad, apuntando aún hacia ETA.

El viernes la situación informativa del ministro y los medios públicos era casi insostenible. En las manifestaciones de la tarde se mezclaban las pancartas y gritos contra ETA con las que reclamaban información veraz.

El sábado terminó todo. Mientras los medios de comunicación estatales se aferraban al clavo ardiendo de ETA, los teléfonos móviles, los weblogs y los foros de Internet echaban chispas. La vertiginosa movilización y concentración espontánea en C/ Génova (El gobierno acusaba al PSOE de la convocatoria) fue el síntoma de que el intento de opacidad informativa había fracasado y, no sólo no había conseguido su objetivo, sino que consiguió un efecto boomerang que se volvió en contra del gobierno.

El 'Gran Hermano' sólo tenía que controlar la información 60 horas, pero la contrainformación funcionó con rapidez.

El gobierno había mostrado, durante toda su gestión, desprecio a Internet. Infravalorar la capacidad comunicativa que permiten las tecnologías les costó el sillón.

Muchas gotas colmaron muchos vasos. La gente se echó a la calle… y a las urnas.